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El Museo Escolar de Puçol (Elche). Un proyecto educativo singular

13-08-2021


El Museo Escolar de Puçol (Elche). Un proyecto educativo singular

Texto publicado en el catálogo de la exposición sobre el director de cine Luis García–Berlanga, realizada en el Museu Valencià de la Il.lustració i la Modernitat, MUVIM. Para esta exposición -que se podrá visitar hasta el 19 de septiembre-, el Museo Escolar de Pusol prestó el motocarro que se exhibe en nuestra exposición permanente.


En 1979, los alumnos del pequeño colegio de la pedanía de Puçol, en Elche, anunciaban en el periódico de la escuela que estaban trabajando en la creación de un museo de aperos antiguos del campo. En efecto, a finales de los setenta iniciaba su andadura una modesta colección museográfica en la escuela unitaria de la mencionada partida rural: el Museo Escolar Agrícola de Pusol, así denominado entonces, un museo cuyo origen se remontaba a la década anterior. En 1968 había llegado al colegio un joven maestro, Fernando García, destinado a un centro educativo que se encontraba en precarias condiciones de conservación, situado a unos 8 km del centro de Elche, en medio de un paisaje feraz de palmeras y granados, de casas orientadas al Sur y dilatados humedales que convergen en El Hondo. En la mejor tradición de la escuela rural, muy pronto Don Fernando comenzó su tarea, erigiéndose en el auténtico factótum de una comunidad que se encontraba inmersa en un proceso de trascendentales cambios. La década de los sesenta había acabado por arrinconar usos y prácticas de raigambre tradicional y los televisores y los tractores se habían generalizado también en el Camp d’Elx, el extenso ager de una ciudad industrial que en esos años había experimentado un fulgurante crecimiento. Y el maestro se dispuso a conocer el pasado de la comunidad, un pasado que desaparecía en medio de la incertidumbre política y económica del tardofranquismo. Fue, probablemente, la nostalgia, el sentimiento de pérdida de identidad, de aquello único e irremplazable, lo que le condujo a emprender un viaje al que otros nos fuimos sumando con el tiempo. Y emplazó a sus alumnos a ser curiosos, a preguntar a los abuelos, a revisar arcones y cámaras, a descubrir las viejas eras y a escuchar coplas olvidadas; a tener los ojos abiertos y a aprender a mirar, a mirarse y a reconocerse de la mano de los habitantes de una porción de tierra que siempre fue generosa. Y las aulas comenzaron a llenarse de refranes, de canciones, de recetas, de memoria y de objetos imposibles… A llenarse del calor de padres, madres, abuelos y abuelas que, junto a sus hijos y nietos, protagonizaron una singular experiencia pedagógica que trascendió los límites del libro de texto y del pupitre, convirtiendo en entrañable una cultura en trance de desaparición. Ahí empezó todo: el Museo Escolar de Puçol hunde sus raíces en La escuela adaptada al medio, un proyecto educativo que salió de esta y llegó a la comunidad, haciéndola partícipe de una iniciativa y mostrándole un camino que, años más tarde, la UNESCO reconocería como ejemplar, incluyéndolo en el Registro de Buenas Prácticas de Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial (2009).


Reconocido en 1992, el museo es gestionado por una asociación integrada, en gran parte, por vecinos de la pedanía. Su proyección social actuó, desde sus inicios, como una suerte de altavoz mediático que, con el tiempo, lo catapultaría al casco urbano de Elche y a convertirse, asimismo, en fedatario de los cambios acaecidos en su seno. Así, los fondos se han venido enriqueciendo con colecciones de cine, de comercios, de profesiones liberales o de fábricas, sectores y actividades que no sobrevivieron a los hábitos de consumo de una sociedad que ha devenido global, digital y homogénea. Indisolublemente unido al colegio, el museo continúa atento a las pulsiones del entorno, investigando y dando a conocer su patrimonio y su cultura. Docentes, escolares y comunidad ya no están solos en el día a día; técnicos de museos, auxiliares, personal de mantenimiento, estudiantes de prácticas –entre otras, de las Universidades de Alicante, Murcia y Miguel Hernández de Elche-, voluntarios… conforman el heterogéneo equipo que conduce el Proyecto Puçol, que cuenta también con el indispensable apoyo tanto de la iniciativa privada como de las distintas administraciones, siendo el Ayuntamiento de Elche su principal valedor. Actualmente, se encuentra en proceso de constituirse en una fundación, la Fundación Proyecto Pusol para la Educación y la Cultura, entidad que se prevé otorgue una mayor seguridad jurídica y económica a una entidad de reconocido prestigio, cuya gestión, habida cuenta de sus dimensiones y características, probablemente, ganará en eficiencia y viabilidad.  


Exposiciones, talleres, degustaciones, concursos o presentaciones son algunas de las numerosas actividades que impregnan el quehacer cotidiano del Museo Escolar, cuyas instalaciones acogen, habitualmente, diversos actos de la asociación de vecinos y de la comisión de fiestas de la pedanía, como las clases de gimnasia o la cabalgata de reyes magos. Los escolares estudian y aprehenden la cultura popular de la zona, que explican a los numerosos grupos que visitan el centro. La transmisión intergeneracional de saberes continúa siendo el núcleo de una enseñanza que constituye, a su vez, una experiencia cívica y comunal, ejemplo de buen hacer y de cohesión social.


Fruto de esta compleja realidad poliédrica que constituye Puçol es el motocarro cedido para la exposición ¡Viva Berlanga! Adquirido en 2004 en un desguace por un empresario local, se trata de un vehículo que, en el Museo Escolar, ocupa un espacio presidido por una gran fotografía que muestra el crecimiento de la ciudad en los sesenta. Junto a un par de motocicletas y a uno de los primeros surtidores de gasolina de Elche, el motocarro viene a representar la febril actividad que vivía la población en aquellos años: los portes locales con material para las fábricas, con bebidas –¡los inolvidables sifones!- o cualesquiera otros productos y servicios –participando, incluso, en cabalgatas, como le ocurre a nuestro querido Plácido- coparon la vida útil de los motocarros, los famosos Ape fabricados por Piaggio desde los años cuarenta y extendidos por medio mundo. La pieza, muy deteriorada, fue enviada meses más tarde al instituto La Torreta de Elche, para que se restaurara en el Departamento de Automoción. Alumnos del Programa de Garantía Social de Carrocería se encargaron de realizar un exhaustivo trabajo que devolvió el motocarro a su fisonomía cuasi original, de todo lo cual se hizo eco El Setiet, la publicación periódica del museo[1].


Desde el Museo Escolar de Puçol agradecemos al Museu Valencià de la Il.lustració i de la Modernitat, principalmente a su director, Rafa Company, que hayan contado con una de nuestras piezas para incorporarla a esta magnífica exposición sobre uno de nuestros paisanos más universales.


Autor: Rafa Martínez, director del Proyecto Pusol.






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